lunes, 1 de octubre de 2007

Trasnacionales/ Zeballos

Uruguayos en Australia: identidad y memoria entre dos siglos[1]

Mabel Luz Zeballos Videla*

Mestranda PPGAS-UFRGS

Introducción

El presente artículo fue elaborado a partir de los resultados de la investigación realizada como trabajo de egreso de la Licenciatura en Ciencias Antropológicas de FHCE-UDELAR. La misma se dirigió a explorar las formas en que construyen identidad los uruguayos que emigraron durante la década de 1970 y sus años previos y posteriores hacia Australia. Intentamos establecer en qué modo las configuraciones identitarias investigadas se vinculan con el contexto social de origen de los informantes y cómo operan en ellas las experiencias post-migratorias en una sociedad culturalmente diversa. Nos guió entonces una perspectiva crítica de las construcciones de identidad “nacional” en el marco del Estado uruguayo y los grupos históricamente hegemónicos dentro de él. Sucesivas revisiones de aquel material[2] nos permitieron reflexionar sobre la especificidad del caso en relación a las políticas de tratamiento de la inmigración y la diversidad dentro de las fronteras del Estado australiano.

La presente es una reflexión marcada por una mayor distancia retrospectiva y nuevas exploraciones teóricas. Una escritura académica, marginal tal vez[3]. Mas, una escritura que tiene en cuenta el discurso actual del Estado uruguayo y ciertos discursos compartidos en general por los Estados nacionales en la presente coyuntura “global”. Sobre todo, buscaremos reflexionar sobre dos tipos de cuestiones: 1) Las posibles implicancias de este tipo de investigación para las políticas públicas sobre migraciones; 2) Los nuevos temas y/o perspectivas de análisis para futuras investigaciones que podemos sugerir a partir de la evaluación de nuestra experiencia.


Procedimientos metodológicos

Abordamos las configuraciones de identidad investigadas como colecciones narrativas. Estas colecciones se realizaron mediante entrevistas personales, a través de intercambios electrónicos (correo) y gracias al aporte de fuentes por parte de los informantes. Todos los contactos siguieron el mecanismo de bola de nieve, accediendo a nuevos informantes a partir de los anteriores. Las vías de entrada al terreno fueron dos. En Uruguay el primer contacto lo establecimos gracias al conocimiento personal de una familia retornada y en proceso de reemigración al inicio de nuestra investigación. Ellos a su vez nos presentaron a otro informante y así sucesivamente. En Australia iniciamos contactos por correo electrónico con el Club Uruguayo de Sydney[4] pidiendo colaboración, y a partir de allí llegaron los primeros informantes. Es de señalar, que los contactos electrónicos se sostuvieron durante gran parte de la investigación, y en la etapa final tuvimos oportunidad de realizar entrevistas personales y compartir actividades con algunos residentes en Australia de visita en Uruguay.

Definiciones: identidad y narrativa

Se consideró la identidad como procesos de construcción de sentido mediante los cuales sujetos o grupos definen sus semejanzas y, al mismo tiempo, se diferencian de otros (Cf. Barth, 1976). Esos procesos se exploraron en los relatos de los informantes sobre su experiencia previa y posterior al viaje de emigración. Estas narraciones se trabajaron teniendo en cuenta que toda narrativa envuelve principios cognitivos y de significación de la experiencia; que estos principios orientan las construcciones de memorias tanto individuales como colectivas (Cf. Tella, 2005); y que los juegos de la memoria están directamente ligados a las construcciones de identidad (Cf. Eckert e Rocha, 2000). Trabajamos entonces, con los relatos de los informantes:

[…] como una lectura crítica de una situación, lectura determinada por un proyecto y constituida por medio de significaciones adquiridas en la experiencia biográfica. [...] el proyecto no es otra cosa que un modo de lectura de la situación, y la experiencia biográfica, un arsenal de materiales simbólicos gracias a los cuales la conciencia puede ponerse como exterior a la situación. Gagnon, 1993: 188

A su vez, los relatos personales de los informantes y sus experiencias biográficas fueron leídas como actualizaciones de construcciones de sentido de carácter social e histórico. Buscamos saber cómo en los diversos procesos de identificación/diferenciación, particularmente en aquellos desencadenados a partir de la emigración e inserción en una nueva sociedad culturalmente “distante” de la de origen, nuestros informantes construyeron y continúan construyendo relatos o narraciones sobre sí mismos. Exploramos esas narraciones personales buscando establecer la circulación de sentidos compartidos, cuáles son y cómo se vinculan con otros de circulación más amplia (en la sociedad receptora y/o en la de origen o, en la presente coyuntura, en un contexto “global”).

Presentación del caso

A fines de la década de 1960, y durante la década de 1970, se registra en Uruguay un crecimiento sostenido de los volúmenes de emigrantes en un contexto de crisis interna y de generalización de la transnacionalización de la fuerza de trabajo. Las políticas inmigratorias del Estado australiano, especialmente hasta 1974, convirtieron a este país en un destino nuevo para la emigración uruguaya.

En nuestra construcción de objeto adoptamos como límites temporales los años 1968 y 1980 buscando explorar los posibles impactos de la crisis institucional dentro de Uruguay en la experiencia biográfica de nuestros informantes. El año 1968 señala aproximadamente el inicio de un proceso de aumento del autoritarismo y violencia estatal (aún en democracia). En 1980, el rechazo mediante voto popular (bajo dictadura) de la reforma constitucional propuesta por el régimen anuncia el inicio de un proceso de apertura hacia la democracia.

Ya en 1971, unos 2000 uruguayos vivían en Australia, y de acuerdo a la evolución de la política inmigratoria australiana es altamente probable que se tratara de individuos recientemente inmigrados. En 1974 entraron 3500 uruguayos a Australia (Petruccelli, 1977: 6-7), y comienzan a ser identificados como una “comunidad” o “colectividad” étnica por el Estado australiano. En 1986 residían en Australia 9585 uruguayos, la mayoría (7543) en Nueva Gales del Sur (donde se concentran a su vez en la ciudad de Sydney)[5]. De acuerdo con estos datos, para 1974 vivían en Australia al menos el 50% de los uruguayos censados en 1986.

Por otra parte, es posible establecer una relación entre los traslados del período estudiado y los posteriores, por el carácter permanente de los primeros y debido al efecto de redes sociales mediante las cuales antiguos inmigrantes facilitan la llegada de los más recientes (especialmente familiares).

Sostenemos entonces, que si es posible delimitar una comunidad uruguaya en Australia, o al menos en Sydney, se justifica considerar al universo de nuestra investigación como relevante en el estudio de las configuraciones presentes de tal comunidad. Esta afirmación se sostiene en el carácter auto-adscriptivo con que nuestros informantes se relacionan con tal categoría comunitaria. No obstante, conviene estar atentos a la sospecha de que muchos otros nacionales uruguayos residentes en Australia puedan estar construyendo otras formas de adscripción identitaria. La posesión formal de una identidad nacional uruguaya no debe ser leída directamente como la asunción de una identidad construida sobre la pertenencia a ese Estado. Piénsese por ejemplo, que los hijos de nacionales uruguayos nacidos fuera del territorio del Estado tienen derecho a “heredar” la nacionalidad de sus padres. Sin embargo, estos individuos se socializaron en otras sociedades, son portadores de otras marcas culturales, históricas y a veces lingüísticas (como es el caso de los hijos de nuestros informantes).

Resultados y análisis

Mi sugerencia inicial es que la centralidad de lo político es de tal magnitud en la narración identitaria uruguaya que la crisis de los ’60 y ’70 efectivamente afectó la vida cotidiana de nuestros informantes y jugó un papel relativamente importante en sus decisiones migratorias. En la sociedad de destino los informantes buscaron la estabilidad, la seguridad y la paz social que permitiera la continuidad de sus experiencias vitales trastocadas en el país de origen.

Los uruguayos que emigraron a Australia en el período estudiado encontraron una sociedad en franco proceso de captación de inmigración para una demanda de mano de obra relativa a procesos de crecimiento económico. Las políticas estatales de inmigración comenzaron a transformarse ya en la década de 1960. Se pasó entonces de una política de asimilación con preferencia por la inmigración británica, que excluía la inmigración no europea, a una política de integración y la recepción de 'distinguidos' no-europeos. A partir de 1973 comienza un progresivo viraje hacia una política inmigratoria multiculturalista[6]. En las construcciones de identidad estudiadas opera de modo particularmente importante la pauta de distinción, de diferenciación de lo otro imperante en ese contexto político (social).

La recepción de inmigrantes en alojamientos (hostels) provistos por el Estado contribuyó a la conformación de redes entre connacionales y migrantes de regiones vecinas. Una vez fuera de los hostels los migrantes tendieron a radicarse en zonas contiguas a estos, reforzando lazos de identidad. Tempranamente surgen intentos asociativos que tienen por modelo los de españoles e italianos y que son estimulados por la política estatal.

En el mantenimiento de las fronteras entre grupos de inmigrantes[7] se da la apelación a toda una serie de graduaciones de la diferencia y la similitud operantes en las construcciones de sentido aquí estudiadas (comunidad lingüística, regional, nacional). Así, es frecuente el intercambio de las categorías “latinoamericano” e “hispanoparlante” en todo el material narrativo recogido. La proximidad cultural y lingüística que encierran ambas categorías se refuerza por el contraste con la diversidad de la sociedad de destino. Tanto una como otra constituyen niveles diversos dentro de las configuraciones estudiadas, pero la “comunidad” nacional de origen constituye la unidad mínima de diferenciación social.

En este contexto es probable que exista cierto efecto social por medio del cual la elaboración de la experiencia migratoria se relata como experiencia histórica derivada de la ruptura democrática en el país de origen, próxima a la identificación con el exilio político. Amplificada o no por la distancia y la recreación de la comunidad nacional, aparece la centralidad de lo político o, mejor, de lo cívico-ciudadano como forma de integración social “distintiva” de una identidad nacional de origen.

Los suizos de América

Desde perspectivas más o menos críticas, o mostrando un alto nivel de adhesión, las narrativas construidas y reconstruidas en la investigación remiten a una narración nacional que podemos considerar hegemónica en el Uruguay posterior al primer cuarto del siglo XX. En las palabras de uno de nuestros informantes, podemos sintetizar los principales referentes de esta narrativa a la que podemos considerar como fundante del Uruguay moderno:

[…] los uruguayos tenemos mucho de Batlle, tenemos mucho de Rodó, tenemos mucho de Varela, y por supuesto del viejo Artigas. ¡Tenemos! Tenemos. Eso tan nuestro de la Iglesia separada del Estado, ¿de quién es eso? Eso es de los uruguayos y de los batllistas. ¿De quién es eso de la escuela pública, gratuita y obligatoria? Es nuestro, de José Pedro Varela. ¿De dónde sale nuestro americanismo, sino de Rodó y su Ariel? […] Son marcas. Son marcas nuestras. Que cuando salimos afuera, a veces no nos damos cuenta, y yo las identifico porque he leído y sé. Sé de dónde provienen. Pero hay gente… tiene esa marca, no sabe de dónde proviene, pero es… así. Siente así.

Rodolfo, entrevista personal

Esta construcción de identidad se enraíza en un proceso modernizador laicista, con un sujeto-ciudadano o sujeto democrático como eje central, y donde la integración social implicó un proceso de obliteración de la heterogeneidad cultural y étnica (enfatizándose el aporte demográfico y cultural inmigratorio europeo, por sobre las herencias negra e indígena)[8]. Este proceso de modernización, entendida como inserción de la República en la economía capitalista internacional, se inicia a fines del siglo XIX. Ya entonces, la educación estatal cumplió un importante rol “civilizatorio”, al que se vincula la figura del reformador de la educación primaria, José Pedro Varela. Ya en el siglo XX, el personaje llamado a permanecer en esta narración es el encarnado por el dos veces presidente entre 1903 y 1929, José Batlle y Ordoñez. De su política reformista provienen la consolidación de la laicidad del Estado a que alude nuestro informante, la afirmación del sistema de partidos políticos y toda una serie de leyes sociales que contribuyeron a la estabilidad social. Tal como ha señalado Caetano (1992; 2001), durante las primeras tres décadas del siglo XX el país buscó su integración interna a través del Estado y el sistema de partidos políticos. Y para la década de 1950 estaban vigentes en Uruguay lo que Juan Rial (1986) ha descrito como mitos políticos constitutivos del “Uruguay feliz”, conocido como la “Suiza de América”, especialmente en los años prósperos posteriores a la Segunda Guerra Mundial.

Este carácter construido de la historia no escapa sin embargo a alguno de nuestros informantes:

[...] el Uruguay democrático y de las leyes sociales fue una generación. No es la historia previa. Digo, el siglo pasado, la primera mitad del siglo estuvo marcada por guerras civiles, por violencia. ¿De dónde viene esa tradición democrática en Uruguay? ¡Minga! Eso es un cuento. Es un cuento chino.

Fernando, entrevista personal

En la década de 1960 este relato hegemónico se ve confrontado por la imposibilidad de garantizar esta forma de integración social, generando una crisis de sentido. A partir de 1968 la interpelación del relato se hace más aguda. Este año es recordado, tal como señala Carlos Demasi (2001), como un “año terrible” en la historia reciente del Uruguay (razón por la que la que lo elegimos para delimitar nuestro objeto)[9].

Nuestros informantes presentaron su experiencia migratoria en relación más o menos estrecha con esta crisis. Diversos niveles narrativos pueden establecerse, yendo desde la construcción del relato de la emigración como consecuencia de la crisis hasta la relativización de tal relación causa. Los acentos oscilan de acuerdo aproximadamente a redes vinculares, configuraciones identificatorias, en fin, posiciones diferenciales dentro de la comunidad uruguaya en Sydney.

La comunidad

Pudimos establecer que las variaciones discursivas se vinculan a redes diferentes de vínculos, ámbitos diversos de actividad laboral e incluso índices de segregación residencial[10]. Por los procedimientos empleados en nuestra búsqueda (mediación electrónica, imposibilidad de observación participante) nuestro trabajo quedó fuertemente sesgado por una serie de redes más o menos involucradas en una “militancia” a nivel comunitario. Esa actividad en el contexto multicultural descrito contribuye a la configuración de sentidos compartidos en relación a la nacionalidad de origen. Incluso aquellos sentidos críticos sostenidos por individuos que se colocan más bien como out-siders de la “comunidad”.

Esta militancia se vincula a la organización de actividades culturales y sociales tales como las de “Uruguayos Unidos”. Esta asociación recoge fondos para el envío de materiales a hospitales y escuelas en Uruguay y realiza un evento anual en el Showground de Fairfield, cada 25 de agosto (significativamente, el día de conmemoración de la independencia uruguaya). Esta actividad se realiza desde hace ya más de quince años y se constituye en una especie de encuentro ritual donde se condensan símbolos de la narración histórica “oficial” (los héroes de la independencia, la bandera de la patria) y múltiples elementos de la cultura “popular” (desde la gastronomía hasta las expresiones musicales):

Por miles, los uruguayos nos juntamos en un enorme predio a pasar el día junto al resto de la comunidad de habla hispana. Es momento de reafirmar nuestros valores patrióticos, de festejar nuestra Independencia, de vernos con nuestros amigos en esa infaltable cita de cada año, de comer un jugoso asado o tironear de un chinchulín, de apurar un vaso de tinto cuando el mejunje del choripan está picante […].

Es tiempo, me imagino, de tutearnos con la murga, candombe y parodistas, de oír como desafinan nuestros improvisados cantores a los que tanto queremos, de discutir de fútbol o política... de ser solidarios y de pensar que el tiempo no ha pasado. Que al voltear la vista y ver todo aquello, no nos demos cuenta de que se nos piantó la mitad de la vida lejos del terruño y que al día siguiente volveremos a la rutina de este país.

“El Mejunje”

Otros índices de las identificaciones diferenciales con esa cultura de origen construida como cultura ciudadana pudimos obtenerlos en la etapa final de nuestra investigación, coincidente con la campaña electoral de 2004 en Uruguay. Preguntando por las noticias sobre este acontecimiento en el país de origen obtuve al menos dos series de respuestas. Una de ellas, adjuntada a la localización geográfica del informante, performaba una distancia de ese centro activo entorno a la nacionalidad uruguaya, y un desinterés por el movimiento político en el Estado de origen:

Lamento no poder darte información sobre la “movida” como la llamas, respecto de las elecciones. Nunca tengo tiempo para leer la prensa en español.

[…] Como dato para tu trabajo, te enteras que como yo hay muchos compatriotas, generalmente viviendo en la parte norte de la ciudad, que no tenemos contacto con el Club Uruguayo […]. Los hijos de estos orientales entre los que me encuentro se interesan poco por el Uruguay (lamentablemente), y el español que hablan es pobre y el que escriben es… horrendo.

Como comprenderás, no tengo la menor idea de quiénes son los políticos de Uruguay, de modo que gane quien gane a mí no me afectará. […]

Martín, comunicación electrónica

Sin embargo, este mismo informante en otras comunicaciones mostró un grado importante de adhesión a las creencias cívicas o civistas ya descritas.

Por otra parte, en el otro extremo de Sydney no sólo circulaba información sobre los acontecimientos electorales uruguayos, sino que muchas personas viajaban a Uruguay a visitar a sus familias y a seguir de cerca estos acontecimientos (muy pocos conservan el derecho a votar en Uruguay):

En cuanto a la sensación térmica, más allá de que esta ha sido la semana de octubre [15/10/04] más calurosa en la historia del país desde 1942, como siempre los frenteamplistas están seguros de que ganarán, como vienen haciéndolo infructuosamente desde 1971; los blancos también piensan que ganarán, como pocas veces lo han pensado; los colorados ni siquiera quieren decir que lo son “o lo han sido alguna vez”. Muchos frenteamplistas viajan con ese propósito, y muchos más se clavarán por la ignorancia de la legislación vigente que no te permite votar si no lo hiciste en las dos últimas elecciones. El plazo para hacer el trámite para reincorporarse al padrón [electoral] cerró, oportunamente para alguien, en abril pasado.

Fernando, comunicación electrónica

La cita alude al reparto de preferencias electorales[11]. El acto de elección presidencial en Uruguay constituyó efectivamente un motor social para ese sector de la comunidad que mantiene un contacto estrecho con el acontecer del país de origen, especialmente en el ámbito político. Tuvimos noticias de la organización de actividades en ese sentido y de reuniones para asistir vía TV o Internet al conteo de votos.

Es imposible sin embargo, generalizar esta actitud a todos los uruguayos residentes en Sydney. Digamos provisionalmente, que estas formas de relacionarse con el país de origen y sus formas de construir identidad coinciden con un núcleo activo de ellos, los que comparten redes vinculares y contribuyen con ciertas acciones públicas a la configuración de un sentido de “comunidad uruguaya” en Sydney[12].

Transnacionalismos y disyunciones en un mundo global

“Sos extraño allá, y venís acá y también sos un extraño”

El análisis que sigue procede del esfuerzo de colocar el caso estudiado en una perspectiva más amplia. El modelo de identidad impuesto por los estados modernos anudó cultura, territorio y Estado. Para este modelo “tener una identidad equivale a ser parte de una nación, una entidad espacialmente delimitada, donde todo lo compartido por quienes la habitan –lengua, objetos, costumbres- los diferenciaría en forma nítida de los demás.” (Canclini, 1995: 18). Fenómenos como las migraciones transnacionales introducen toda una nueva serie de cuestiones sobre esta forma de construir identidad. El caso aquí presentado es ejemplo de cómo muchos sujetos en el mundo actual mantienen adhesiones identitarias múltiples a partir de movimientos migratorios a través de fronteras nacionales.

Como señala Appadurai (s/d), los procesos de globalización envuelven flujos (de objetos, personas, imágenes y discursos) marcados por relaciones de disyunción: diferencias de velocidad, de ejes, de puntos de origen y destino. Estas disyunciones de orden global son el contexto de problemas que se manifiestan como teniendo un carácter local. Así, por ejemplo, la emigración de personal calificado desde los países pobres hacia los países ricos, constituye en nivel local un fenómeno de pérdida (fuga de cerebros) para los primeros y su capitalización, en principio de forma exclusiva, por parte de los segundos.

Al mismo tiempo que en Uruguay y otros países de América Latina se registraban procesos de crisis económica, inestabilidad política e institucional general y crisis de marcos referenciales fundantes de solidaridad y cohesión social, en países como Australia se registraba una renovación de las instituciones políticas y las creencias organizadoras de la convivencia de cara a la recepción de los diversos flujos de expulsados de aquellas sociedades en crisis. Los países ricos seleccionan las personas que desean recibir en función de sus necesidades y los países pobres ven partir a aquella parte de la población en la que tal vez más recursos hayan invertido.

¿Cómo podrían subvertirse o superarse algunas de las disyunciones de la coyuntura global actual? ¿Qué consecuencias políticas pueden extraerse de un análisis bajo esta óptica de fenómenos como las migraciones masivas?

Política, imaginación y crítica

Los investigadores deben esforzarse por analizar de modo crítico estos procesos, y sobre todo, producir nuevos y diversos conocimientos regionales. Esto es, en términos de geografías de procesos, visiones alternativas de mundo que a su vez entrarán en circulación y que contribuirán a quebrar por ejemplo, las disyunciones entre flujos de conocimiento y conocimientos sobre el mundo global, entre producción y consumo de conocimiento.

Es preciso trascender los análisis deterministas que imposibilitan la acción. En el contexto presente, es necesario tener en cuenta la complejización de las construcciones de subjetividad que la aceleración y multiplicación de flujos provoca. Es preciso al mismo tiempo, introducir la noción de agencia. Es decir, tener en cuenta que si bien las acciones de los individuos son condicionadas por contextos sociales, históricos y culturales (o estructuras), también estos contextos son producidos por la acción de los individuos viviendo en sociedad (Cf. Ortner, 1984).

Siguiendo a Appadurai, quisiera insistir sobre el papel de la imaginación en esta realidad social global. Por un lado, la evolución de las tecnologías electrónicas de comunicación provee nuevas posibilidades de construcción de identidades. De hecho, las personas ven permeadas sus construcciones de identidad, sus proyectos biográficos, por una abundante cantidad de imágenes en movimiento más allá de las fronteras nacionales. Estos espectadores están más expuestos que en el pasado a una desterritorialización casi constante: muchas personas eligen moverse con frecuencia a través de fronteras nacionales y contribuyen a la formación de “esferas públicas en diáspora”. No deja de haber agencia en estos movimientos por más que el consumo de imágenes construidas por medios de comunicación “globalizados/globalizantes” sea uno de sus motores (Appadurai, s/d).

Los tomadores de decisiones también deben aguzar su ingenio para ensayar la subversión, forzar una distorsión, de las asimetrías en los movimientos de personas, recursos y conocimientos entre Estados que ya no consiguen caber dentro de las fronteras de sus territorios, ni definirse por la homogeneidad de sus poblaciones. Es decir, trascender la imaginación de esferas públicas contenidas en fronteras estatales para pensar políticas estatales transnacionales. En efecto, muchos Estados han entrado en ese proceso de formas diferentes y no siempre deseables (Cf. Shiller e Fouron, 1997). La creación de un “Departamento 20” y de “Consejos Consultivos” por parte del Estado uruguayo, como forma de extender el alcance de sus políticas a los nacionales uruguayos en diáspora, es un esfuerzo propio de esta coyuntura. Queda por evaluar en perspectiva histórica su alcance, y sus efectos sobre la “diáspora uruguaya” (en términos prácticos, en aspectos subjetivos, etc.)[13].

Por otra parte, es necesario complejizar la noción de “migraciones masivas”, especialmente el carácter de esa “masividad”. No se trata de imaginar políticas públicas estandarizadas para multitudes homogéneas de personas que se trasladan de un país de origen a una serie más o menos reducida de destinos, de forma más o menos permanente o estable. No proclamamos la absoluta libertad de los sujetos para moverse en un mundo también absolutamente libre. Son innegables los traslados forzados, los cierres de frontera, tratos discriminatorios y todo tipo de violaciones de derechos humanos en el presente mundo global. Sin embargo, existe un número de sujetos que son agentes de sus decisiones de migrar. Las personas que emigran de un mismo país o que llegan a un mismo destino nunca son idénticas y también es necesario considerar las diferencias de edad, género, clase, a la hora de imaginar políticas que les afectan. Y, finalmente, es preciso tener en cuenta la inestabilidad de toda “comunidad” en diáspora, con posibles re-emigraciones, retornos y nuevos movimientos.

Una forma de subversión del presente estado de disyunciones globales la constituye sin duda la capitalización por parte de los países “perdedores” de población, y de población calificada, de la experiencia y saberes construidos por sus migrantes por el mundo. Desde este punto de vista, Uruguay tiene mucho para ganar y el intercambio entre profesionales y técnicos residentes en el exterior y aquellos que permanecen dentro de sus fronteras es un hecho a estimular. En general, se argumenta que los recursos económicos son escasos y que eso reduce las posibilidades de acción. Pero una aguda movilización de la imaginación debería llevar a los diseñadores de políticas a pensar más allá de la movilidad física de profesores para dictar cursos en la universidad. Para muchos profesionales que pueden salir de Uruguay, la emigración es vivida como oportunidad y una posibilidad de vinculación la constituyen las conferencias electrónicas o la posibilidad de publicar en el país. La creación de revistas especializadas y la ampliación de la disponibilidad de bases de datos electrónicas contribuirían en buena medida a un aprovechamiento de esa imaginación en fuga que constituyen los individuos calificados que emigran de países pobres. Nuevamente: es preciso tener en cuenta su agencia; capitalizar esas experiencias y lamentar menos la pérdida.

¿Cómo superar las disyunciones de los flujos globales? ¿Es posible? Es por lo menos deseable hacer el intento. Y nuevamente, políticas imaginativas potenciarán la imaginación. De los que están en diáspora, para operar como mediadores entre mundos distantes (regiones en tanto procesos y no entidades de rasgos culturales fijos). De los que permanecen en sus países de origen, para manipular críticamente el enorme flujo de imágenes que traspasan su mundo “local”, y para aprovecharlas en beneficio de la construcción de conjunciones, de convergencias más equitativas de saberes y recursos.

Perspectivas para seguir investigando

Un verdadero trabajo etnográfico con observación participante en un plazo razonable de tiempo queda por hacer para completar un conocimiento cualitativo y de calidad del caso aquí presentado. Queda por evaluar la extensión que los discursos relevados tienen entre otros uruguayos residentes en la misma ciudad que sin embargo no integran las redes sociales a las que tuvimos acceso. Sería interesante llegar a establecer incluso, en qué medida adscriben a una identidad “comunitaria” fundada en el origen nacional.

Por otra parte, todo un campo de investigación queda abierto en relación a las generaciones de hijos y nietos de estos emigrantes. Educados en la nueva sociedad, muchos de ellos tienen al inglés como primera lengua y sus redes sociales son bastante más multiculturales que las de sus padres.

Un análisis más amplio que releve las nuevas formas de construcción de subjetividad y agencia en un mundo de flujos globales sería deseable, así como también un análisis que anude antropología y política. Y, una vez más, mucha imaginación se necesita para practicar una antropología de estas comunidades en diáspora, sus trueques, dones y deudas, con sus orígenes y sus lugares de recepción; las formas de solidaridad (en un sentido durkheimiano) transnacional que crean y las representaciones en las que las sustentan; las imágenes de sí mismos en las que se reflejan o se refractan, cómo las recrean, las niegan o las glorifican (en un mundo de imágenes en movimiento); qué formas adopta la acción política para estos sujetos, cómo crean “localidad” en contextos globales, y cómo estas prácticas se vinculan, derivan o entran en conflicto con los esfuerzos de los Estados (trans)nacionales.

Bibliografía

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Barth, Frederik (comp.) (1976). Los grupos étnicos y sus fronteras. La organización de las diferencias culturales. FCE, México

Caetano, Gerardo (1992). “Identidad nacional e imaginario colectivo en Uruguay. La síntesis perdurable del centenario”. En: Achugar, H. y Caetano, G. (comp.) (1992). Identidad uruguaya: ¿mito, crisis o afirmación? Trilce, Montevideo, 75-96.

Caetano, Gerardo (2001). “La ciudadanía ‘hiperintegradora’ y la matriz política del Uruguay moderno. Perfiles de un modelo (1900-1933)”. En: Gioscia, L. (comp.) (2001). Ciudadanía en tránsito. Perfiles para el debate. E.B.O, I.C.P., Montevideo, 9-37.

Demasi, Carlos (2001). “1968: del neobatllismo al autoritarismo”. En: Encuentros 7, julio 2001. FCU – FHCE, UDELAR, Montevideo, 11-40.

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García Canclini, Néstor (1995). “De las identidades en una época postnacionalista”. En: Cuadernos de Marcha, año X, Nº 101, enero-febrero 1995, Montevideo, 17-21.

Guigou, Nicolás (2000). “De la religión civil: identidad, representaciones y mito-praxis en el Uruguay. Algunos aspectos teóricos.”. En: Romero, S. (comp.) (2000). Anuario de Antropología Social y Cultural en Uruguay. Nordan, FHCE, UDELAR, Montevideo

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Tella, Mercedes (2005). “Introducción”. En: Palleiro, M. Inés (comp.) 2005: Narrativa: identidades y memorias. Dunken, Buenos Aires, 15-26

Fuentes

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“El Mejunje”, por Walter Amaro (Sydney), en: Informe Uruguay, año II, Nº 92, Uruguay, 20 agosto 2004

Tres décadas de la emigración uruguaya en Australia: Folladosa, Rodríguez, Moreno, Aroche, Centurión, Avero, Bielli, prologado por Estela Valverde, s/d (p.q.: 2001; a.q.: 2002), edición auspiciada por SLASA y apoyada por el Ministry of Arts y el Club Uruguayo de Sydney

Entrevistas personales y electrónicas

Portal del Ministerio de Relaciones Exteriores ROU: http://www.conexionuruguay.gub.uy



* Lic. Ciencias Antropológicas FHCE-UDELAR

[1] Trabajo elaborado a partir de: Zeballos (2004), “Construcciones de sentido entre uruguayos emigrados a Australia entre 1968 y 1980. Una lectura antropológica.”, Taller II de Investigación en Antropología Social, curso 2002, Lic. en C. Antropológicas, FHCE, UDELAR, Montevideo. Profesoras orientadoras: Gabriela Campodónico; Beatriz Diconca.

[2] Zeballos, 2005: “Expresiones de identidad: narraciones éditas e inéditas de inmigrantes uruguayos en Australia”. In: III Jornadas de Investigación en Antropología Social, Buenos Aires, Seanso ICA Facultad Filosofía y Letras UBA, 2005.

Zeballos, 2006: “Narrativas en tránsito: 30 años entre Uruguay y Australia”. Trabajo inédito (Campodónico y Diconca, org.), que constituye la base del presente artículo.

[3] La escritura “oficial” (el discurso del centro político actual en Uruguay) puede encontrarse en:

http://www.conexionuruguay.gub.uy

[4] Uruguayan Social and Sporting Club Pty Ltd.

[5] Datos del Australian Bureau of Statistics, 1987: Census 1986, Canberra, Australian Government Publishing Services, citados por Estela Valverde en prólogo a Tres décadas de la emigración uruguaya en Australia.

[6] A partir de 1966, se pasó a una política de integración, y se permitió la inmigración de “distinguidos” no-europeos. Entre 1973 y 1978 se da el proceso de implantación de la política multicultural. “A brief History...” en www.immi.gov.au

[7] Empleamos la noción de frontera entre grupos étnicos de acuerdo con Barth (1976).

[8] Para una descripción de este proceso político de construcción de sociedad, véase: Caetano, 1992; Caetano, 2001. Para una discusión desde el punto de vista antropológico, véase: Guigou, 2000.

[9] “La discontinuidad simbólica que representa [1968] ha eclipsado el proceso previo de acumulación de la crisis, y absorbido un tramo de la historia posterior.” (Demasi, 2001: 13) El tramo posterior se caracteriza por una agudización del debilitamiento de los derechos de ciudadanía y del rol integrador del Estado, previo al golpe de Estado de 1973.

[10] Estela Valverde señala en el prólogo a Tres décadas… que de los 40.000 hispanoparlantes residentes en NSW en 1986, 10.000 vivían en los barrios de Fairfield-Liverpool, en el oeste de Sydney. Y sostiene que: “A los recién llegados les causa gran sorpresa escuchar tanto idioma español cuando visitan Fairfield, y descubrir fiambrerías donde se vende yerba, dulce de leche y dulce de membrillo, carnicerías donde se venden chorizos de los nuestros y restaurantes latinoamericanos.”

[11] Los frenteamplistas son los votantes de la coalición “Frente Amplio-Encuentro Progresista-Nueva Mayoría” (FA-EP-NM) fundada en 1971 como “Frente Amplio” (FA). El partido “Blanco” o “Nacional” y el partido “Colorado” son los dos partidos “tradicionales” que disputan el poder desde los orígenes mismos del Estado uruguayo. El partido Colorado ha sido el que lo ha detentado durante la mayor parte de la historia de la República y en las elecciones de 2004 obtuvo una votación bajísima, creciendo la del partido Blanco y resultando electo por primera vez un candidato del FA-EP-NM.

[12] Véase por ejemplo noticia en página oficial de Ministerio de Relaciones Exteriores, bajo el título “Uruguayos en Australia donan un total de 50.000 dólares australianos para paliar las inundaciones”: http://www.conexionuruguay.gub.uy/index.php El link remite a la publicación electrónica Informe Uruguay donde el título es: “Los canguros uruguayos siguen haciendo de las suyas”: http://www.uruguayinforme.com/news/22062007/22062007_amaro.php#top

[13] Los significantes para denominar esta “comunidad diaspórica” en el portal oficial del Ministerio de Relaciones Exteriores de Uruguay, es “patria peregrina”. No problematizaré tal nominación aquí, sólo adjuntaré como comentario la referencia a los significantes para caracterizar los órganos consultivos extra-fronterizos creados: “Instancia ciudadana”. Estos significantes siguen remitiendo –al menos en un análisis preliminar- al modelo heredado del siglo XX aquí discutido.

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