jueves, 25 de octubre de 2007

Mesa Redonda

Hacia una Agenda Nacional para el análisis, la investigación y las políticas públicas de migraciones internacionales

1. Contexto Internacional desfavorable para el Sur. La llamada globalización neoliberal entraña, como muchos de Uds. saben, un proceso de reestructuración del capital a escala global que, entre otras cosas, se caracteriza por:

  • La expansión del comercio mundial
  • El incremento de los flujos financieros
  • La internacionalización de la producción (segmentación y relocalización de procesos productivos —maquilas, plantas de ensamble localizadas en el Sur)
  • La transnacionalización, diferenciación y precarización de los mercados laborales (formas extremas de precarización laboral, subcontratación o el trabajo por día)

Para impulsar está nueva fase de internacionalización del capital desde el Norte (agencias internacionales FMI y BM, comandadas por EU) se han implantado en nuestros países los llamados programas de Ajuste Estructural (triada: apertura, privatización y desregulación).

Estas medidas han tenido un doble impacto sobre las economías y sociedades de nuestros países: a) la desarticulación-reinserción de nuestros apartaos productivos al mercado internacional, y b) la liberalización de fuerza de trabajo conformando gigantescos ejércitos de reserva a disposición de las economías más desarrolladas.

En este contexto se inscribe la nueva dinámica de la migración internacional (su crecimiento explosivo: de 100 a 190 millones en 25 años (principalmente S-N) y las remesas de 96 mil millones de dólares a 199 mil millones en los últimos 5 años). Y concomitantemente al nuevo dinamismo migratorio, el impulso de una nueva creencia (mantra): que las remesas constituyen un río de oro (BID), una formidable palanca para el desarrollo de los países emisores de migrantes.

Esto, a su vez, se asocia al crecimiento de las asimetrías N-S y al lacerante incremento de las desigualdades sociales entre el N y el S global, evidenciando la naturaleza del proceso de reestructuración capitalista en curso (que por cierto, no acaba de dar paso a una fase sostenida de recuperación de la economía mundial) y, sobretodo, viene a replantear la necesidad de retomar la senda del desarrollo (término descartado en las últimas décadas ante la imposición de la ideología neoliberal que planteaba que el mercado, el “libre comercio” abriría automáticamente el camino que llevaría al desarrollo, a la disminución de los flujos migratorios y a la reducción de las asimetrías N-S).

2. Aunque el tema migratorio ha sido incorporado recientemente a la discusión en la agenda internacional (Conferencia de El Cairo 1990, Comisión Global de la ONU, Diálogo de Alto Nivel sobre Migración ONU, NY 2006, Foro Global sobre Migración y Desarrollo, Bruselas, 2007), lo cierto es que se han impuesto las preocupaciones e intereses del N (seguridad, integración a la sociedad receptora y control de las migraciones) y los intereses y preocupaciones del S han estado prácticamente ausentes. Es imperioso un mayor diálogo y coordinación S-S para abrir esta barrera que parece infranqueable. Para el efecto, hay 6 principios para una política coherente en materia de Migración y Desarrollo (o mejor aún: Desarrollo y Migración) que resulta importante tener presente e impulsar (ello lo planteamos insistentemente en el Foro de Bruselas de Julio pasado):

a) Desarrollo y migración no necesariamente son elementos opuestos. Más allá de la situación actual caracterizada por la necesidad compulsiva de emigrar ocasionada por el estrechamiento y precarización de los mercados laborales del S, no hay razón para que la migración sea vista como anormal y como algo necesariamente malo y reprobable. La movilidad de las élites y el personal altamente calificado es considerada normal, pero se considera (sobre todo en el N) que los pobres deben permanecer confinados en sus lugares de origen. El desarrollo debe ser entendido como creación de oportunidades para el bienestar social, la reducción de las desigualdades, lo que conlleva a mayores oportunidades para una movilidad voluntaria de personas, en vez de un éxodo motivado por la búsqueda desesperada de formas de escapar de la pobreza y de la violencia.

b) Cooperación para el desarrollo. Estrechamente asociado al objetivo de reducir las presiones migratorias, está la preocupación de los países del N de administrar o controlar las migraciones. El incremento de las asimetrías hace imposible avanzar en esta dirección y obliga a tomar medidas absurdas y absolutamente ineficaces para “controlar” los flujos migratorios como la construcción de muros. La única manera de avanzar a fondo en esta problemática es reconocer la contribución de los países del S al desarrollo del N y actuar en consecuencia. Esto implica anteponer el principio de reciprocidad y avanzar hacia una auténtica colaboración N-S y mayor cooperación S-S. Al seno de la UE esta estrategia a probado su eficacia.

c) Pleno respeto a los derechos laborales y humanos de los migrantes en los países receptores. A pesar de la demanda de trabajadores migrantes en los países del N (Desarrollados) hay limitadas oportunidades para el ingreso legal y el establecimiento. La aceptación de facto de la migración irregular o indocumentada en gran escala expone a los migrantes (especialmente los de baja calificación y aquellos que buscan asilo) a niveles intolerables de explotación laboral, discriminación social y elevada vulnerabilidad, al grado de poner en riesgo sus propias vidas. Aún canales formales para la migración temporal (también llamados de trabajadores huéspedes) están signados por el abuso y la violación de derechos laborales y humanos.

Más aún: debe reconocerse que las presiones migratorias son el resultado del fracaso de las políticas de ajuste estructural (al menos en lo que propugnaban sus impulsores más asiduos).

d) Necesidad de impulsar un modelo de desarrollo alternativo en los países emisores. Ciertamente, la migración internacional puede estimular el desarrollo en sentido restringido a través de las remesas, la circulación de “cerebros”, inversiones y contribuciones de comunidades transnacionales. Sin embargo, no puede ser concebida como la principal estrategia de desarrollo (abiertamente Filipinas, indirectamente México y otros países). La migración puede traer estabilidad socioeconómica en el corto plazo, pero de ninguna manera remover las trabas estructurales para un desarrollo sustentable. El Estado está llamada a cumplir un papel central, proactivo, en las estrategias de desarrollo de los países emisores, fortaleciendo las instituciones democráticas que conduzcan a un desarrollo alternativo, tomando en consideración el amplio contexto de relaciones N-S y las interacciones entre los diferentes niveles espaciales (local, regional, nacional) así como áreas societales (economía, cultura, política, género, ambiente, etc.).

e) Promover canales de movilidad social de la diáspora en los países receptores e impulsar su participación en el proceso de desarrollo del país de origen. Hay numerosas evidencias empíricas que demuestra que la incorporación ascendente de la diáspora en la sociedad receptora no riñe con el mantenimiento de fecundos vínculos transnacionales con el país de origen. Más aún, el empoderamiento de la comunidad migrante resulta crucial para coadyuvar al desarrollo del país de origen. El reconocimiento pleno del país emisor de los derechos ciudadanos (doble nacionalidad, derecho extraterritorial) de los nacionales en el exterior resulta fundamental para avanzar en esta perspectiva.

f) Abrir nuevos canales para una circularidad positiva. Con frecuencia el término circularidad se asimila o equipara al de trabajadores temporales o huéspedes. El resurgimiento de este último tipo de programas hace caso omiso de experiencias previas en México (programa bracero) y Europa, que además de ineficaces, resultaron altamente violatorios de los derechos humanos y laborales de los trabajadores migrantes. Esquemas de circularidad, deben basarse en incentivo y no en normas compulsivas que aten a los trabajadores a un patrón e impidan el derecho de los migrantes y sus familias a optar por la residencia permanente en el país de acogida. Una circularidad positiva debe abrir canales para ejercer plenamente los derechos laborales y humanos de los migrantes (incluyendo la libre movilidad) y debe acompañarse de otras estrategias nacionales e internacionales como las postuladas en los principios hasta aquí enunciados.

  1. Necesidad de combatir la desinformación y falta de información que prevalece en torno a la migración el desarrollo. Es importante avanzar hacia un Sistema de Información sobre M y D que incorpore la perspectiva del S y que, por tanto, provea una visión integral, comprehensiva del fenómeno. Esto implica desplegar un amplio esfuerzo para desarrollar categoría analíticas adecuadas para la comprensión del fenómeno (p. ej. contribución de los migrantes a la economía receptora, costos de la emigración para el país emisor, grado de dependencia de las remesas, etc.).

Las principales áreas temáticas que se incluirán en la base de datos del SIMDE son:

- El enraizamiento estructural de la migración

- Los mecanismos de incorporación de los migrantes en el exterior

- Los migrantes y sus descendientes

- La dinámica geoespacial

- Los patrones de movilidad espacial

- El Estado y la migración

- La organización social de y para los migrantes

- Las conexiones transnacionales

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